Al cumplirse 33 años de una de las noches más tristes de nuestra historia, desde la Franja Morada, no queremos dejar pasar el recuerdo de este hecho terrible no solo para el movimiento estudiantil argentino, sino para toda nuestra sociedad. Es imprescindible mantener vivo el recuerdo de la barbarie por mas doloroso que sea, y mas aun cuando la impunidad todavía la cubre con un vergonzoso manto.
De alguna manera, no pudieron acallar sus voces, no pudieron matar sus sueños y no pudieron desaparecer su lucha, por que el legado de estos y otros tantos jóvenes, vive en quienes a través de nuestra militancia diaria, no renunciamos a imaginar una realidad distinta.
Habrán de transcurrir muchas generaciones, pero desde el movimiento estudiantil, desde la juventud toda, siempre serán recordados como pequeños paladines de una lucha que sentó precedentes para todos los jóvenes: las batallas por el boleto estudiantil gratuito. Nuestro mejor homenaje es continuar levantando las banderas de la igualdad de oportunidades, es dar todas las peleas necesarias para que la ecuación llegue a todos los sectores de la sociedad.
Quizás nunca logremos comprender la perversidad de las mentes que pergeñaron y ejecutaron la masacre que tuvo como blanco a adolescentes, cuyo único “delito” imputable fue el de atreverse a soñar con una sociedad un poco mas justa, pero si podemos y debemos reclamar justicia y castigo a quienes fueron los perpetradores materiales e intelectuales de estos crímenes, como así también no debemos olvidar a las instituciones y personas que fueron cómplices y asintieron expectantes el terror implantado desde el estado. Conocer el destino final de esos casi niños es una deuda civilizatoria para con sus familiares y la sociedad. En tanto ésta se salde, como decía un cartel inmenso de los estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda, los lápices seguirán escribiendo...
De alguna manera, no pudieron acallar sus voces, no pudieron matar sus sueños y no pudieron desaparecer su lucha, por que el legado de estos y otros tantos jóvenes, vive en quienes a través de nuestra militancia diaria, no renunciamos a imaginar una realidad distinta.
Habrán de transcurrir muchas generaciones, pero desde el movimiento estudiantil, desde la juventud toda, siempre serán recordados como pequeños paladines de una lucha que sentó precedentes para todos los jóvenes: las batallas por el boleto estudiantil gratuito. Nuestro mejor homenaje es continuar levantando las banderas de la igualdad de oportunidades, es dar todas las peleas necesarias para que la ecuación llegue a todos los sectores de la sociedad.
Quizás nunca logremos comprender la perversidad de las mentes que pergeñaron y ejecutaron la masacre que tuvo como blanco a adolescentes, cuyo único “delito” imputable fue el de atreverse a soñar con una sociedad un poco mas justa, pero si podemos y debemos reclamar justicia y castigo a quienes fueron los perpetradores materiales e intelectuales de estos crímenes, como así también no debemos olvidar a las instituciones y personas que fueron cómplices y asintieron expectantes el terror implantado desde el estado. Conocer el destino final de esos casi niños es una deuda civilizatoria para con sus familiares y la sociedad. En tanto ésta se salde, como decía un cartel inmenso de los estudiantes del colegio Nicolás Avellaneda, los lápices seguirán escribiendo...
Franja Morada
Psicología
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